Anna Starobinets es una mujer capaz de crear un mundo aparentemente distópico
para mostrarnos que no estamos tan lejos de la realidad, que incluso en las
circunstancias catastróficas hay algo que nos mueve, una transformación que se siembra
como una semilla y no para de crecer. Una metamorfosis.
Tienes que mirar es una obra de no ficción, dolorosa de principio
a fin. La voz de una madre que busca desesperadamente respuestas, información o
simplemente comprensión en un sistema de salud que en pleno 2012, lleva consigo
una carga histórica en la que, a las mujeres, en secreto, nos siguen culpando
por lo que sucede con nuestra maternidad, gestación y fecundidad. Nos culpan
por lo que sucede en nuestro cuerpo. Nos
ignoran aún si gritamos de dolor, nos llenan de palabras que no sirven para
nada y ni siquiera somos dignas de una mirada de conmiseración.
Por su parte, La Glándula del Ícaro es un libro de cuentos de
ciencia ficción. Un mundo lleno de suposiciones en los que cada historia refleja
el deseo de la humanidad por la perfección, por el avance tecnológico, por la eternidad,
una búsqueda que ha estado siempre en los humanos como una gangrena que va
consumiendo poco a poco y deja un hedor para no ser olvidado. Una sed de poder,
el deseo de tener más, de ir más adelante. Anna Starobinets nos muestra cómo a
pesar de ese deseo, hay algo dentro de esta especie que quiere conquistar todo,
que aún nos queda un poco de humanidad, algo bueno, algo que realmente vale la
pena.
Hay en este mundo de horror, hombres y mujeres desesperadas por conseguir
lo deseado (pareja, éxito, eternidad, vida, tiempo, descanso) que se someten a
sistemas absurdos y se convencen de estar haciendo lo que se debe para lograrlo.
En este libro, hay siete cuentos y están distribuidos de una manera estratégica
en la que a medida que leemos nos vamos sumergiendo en ese mundo. Lo entendemos
a la perfección y justo cuando llegamos al último nos encontramos con una
revelación.
En Spoki una mujer asume la crianza de su hija y cree hacer lo mejor que puede, intenta educar con amor, dar ejemplo, atender a su hija, que sea una buena persona para la sociedad y en ese camino se enfrenta a problemas no muy alejados de nuestra realidad: una pareja que la abandonó, una hija que reclama atención, las mamás del colegio que son un poco brujas, los recordatorios mentales de qué hacer y qué no hacer con la educación de su hija, el trabajo que le exige ser exitosa. En esa vida un poco caótica, toma la decisión de darle una Tablet a su hija. La solución perfecta y allí todo empeora.
Estamos tan cerca de todo esto, que ya no sé si Spoki es un cuento de ciencia ficción o es la realidad que nos respira en la espalda. Hay que leer a Anna, escuchar lo que nos tiene por decir, encontrarnos en esos relatos, vernos con otros ojos. Mirarnos y entender que aún somos humanos.
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