Una lectura vertiginosa de Restos Orgánicos de un mundo anterior ha hecho que me detenga a pensar en mi pasado y como siempre con los libros que comparto por acá, en querer irme al computador a escribir.
Es cierto que lo conozco, que lo idolatro porque llegó como un ángel caído del cielo a decirme que a pesar de tener diálogos solemnes en mi escritura fui su alumna ideal. Él, por decirlo de alguna manera me convirtió en esto. Una escritora. Le debo mucho a Paul Brito y a su ves a Pe.
El
chico que se creía súper héroe hijo de una mujer llegada a este mundo a
educarlo a él. ¿Tal vez mis palabras se perciban como las de un fan enamorada
y quien no? Quién no ha soñado con el profesor inalcanzable, divino físicamente, colmado
de sabiduría y paciencia para trasmitir lo mucho que sabe aun cuando él no se dé
cuenta de ello.
No, esto no es una declaración de
amor. Desde mi perspectiva, es una reflexión sobre lo que sus palabras han
generado en mí. En una chica que sueña con algún día ser como el, sincero,
humilde, bello y talentoso escritor. Paul Brito nos cuenta en su libro la
historia de un chico llamado Pe y su experiencia en torno a la muerte. Los
restos que a través de un movimiento perpetuo dejó en su vida el paso de su madre
por esta tierra, el rastro de su padre, sus abuelos y otros tantos.
Esa fascinación, obsesión o
reflexión con relación a la muerte nos ha acercado. Es lo que se espera siempre
cuando se lee. Encontrarnos ahí en lo que el autor en su momento decidió
compartir con sus lectores.
Y otro no. Estas palabras son las de una lectora y una escritora. Hay varias razones para decirlo. La primera es que en Restos orgánicos de un mundo anterior el
narrador no es Pe. Lo que hace que el autor se aleje un poco del personaje y
vea desde cierta distancia lo que vivió y experimentó en su pasado. Va al
pasado, regresa al presente y a veces viaja al futuro, una técnica que logra con
mucho acierto. Hace que nos identifiquemos con la imaginación inocente de la infancia
y adolescencia, demostrándonos con lo que nos cuenta que, esos sueños se pueden
hacer realidad y que a veces, la realidad duele, pero vale la pena. Hay investigación profunda en multiplicad de temas y diversas áreas del conocimiento: la medicina, la ciencias exactas, la arqueología, las matemáticas y el futbol colombiano. Por último
y como es costumbre con los autores que les presento acá es que, al leerlo, genera esas
ganas enormes de escribir, ojalá de la misma manera en que lo hace él, escribir sobre la propia historia, sobre las raíces y sobre los problemas que hemos superado e incluir
en la lista de pendientes sus otros libros. "La vida no es un
ensayo" será la próxima lectura.
Gracias Paul Brito por lo que escribes y por incluirnos en este movimiento perpetuo.
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