Ana Magdalena Bach es la protagonista
de esta novela. Una mujer cercana a los cincuenta que todos los años, para el
16 de agosto, visita la tumba de su madre en una isla del caribe. Su visita se
ha convertido en un ritual y a pesar de la rutina destinada a cada una de las
actividades realizadas en ese viaje, se sigue preguntando ¿por qué su madre
escogió esa isla para que su cuerpo descansara allí?
En agosto nos vemos es una
novela corta que tiene seis partes, está narrada en tercera persona y el foco
está centrado principalmente en Ana Magdalena. Lo primero que se conoció de esta
novela fue la lectura de un cuento, titulado con el mismo nombre, que realizó Gabriel
García Márquez en 1999 y que corresponde a uno de los capítulos que esta en la obra
publicada en 2024.
Ana Magdalena está casada con un
músico y tiene dos hijos. Experimenta varias transformaciones a partir de una visita
que hizo a la isla. En su cabeza, el mundo y la vida se empiezan a enredar y
ella va tomando una a una decisiones que la convierten en una mujer mucho más
activa y fuerte de lo que ya es. Se redescubre como mujer, madre, esposa e
hija.
Varios años pasan en la vida de
esta mujer que la llevan a encontrar la razón de su madre y la relación con la
isla. El editor de la novela escribe que cuando empezó a trabajar con el autor,
a pesar de las varias versiones sobre el estado de la novela, descubrió que
tenía un final y vaya que final el que tiene.
Volver a leer a García Márquez se
siente como volver a casa. Reencontrarme con aquellos paisajes que hicieron
parte de mi vida y que me han hecho lo que soy. Tal vez esta sea la oportunidad
para decirles a ustedes, mis lectores, que cada una de las obras del autor han
hecho mella en mi y hacen parte también de mi historia. La Hojarasca fue la
primera que leí y sigo estando de acuerdo con la decisión del médico francés odiado
por el pueblo. Vivir para contarla fue la obra que me trajo de nuevo a
estos caminos de la lectura y escritura, caminos de los que no quiero separarme
nunca. Leí El amor en los tiempos del cólera con un amor febril por Andrés
y lo amé más de lo que Florentino Ariza amó a Fermina Daza. Encontré en las palabras
escritas por García Márquez el mayor deseo de un escritor, convertir aquel
mundo del que venimos y que tenemos en la cabeza y en la piel, en algo que todo
el mundo comprenda y se sienta parte de él, como si todos nos hubiésemos criado
en una casa grande con un palo de mango en el patio. Así se siente.
De manera que esta novela es, a
mi modo de ver y sentir, un regalo valioso que el autor dejó. La posibilidad de
volver a tener cerca el mundo que aun existe en la memoria y que no se va a
desprender nunca.
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