¿Alguna vez se han preguntado si los sueños
que tienen en las noches cuando duermen, son reales? Si ese mundo que a veces
se les aparece loco, raro y fuera de las normas convencionales de esta vida,
¿también existe?
Ursula K. Le Guin publicó por primera vez en 1972 El nombre del mundo es
bosque, una novela corta de ciencia ficción, en donde crea un mundo distópico
en el que un planeta llamado Athshe es colonizado por militares procedentes de
la tierra. El objetivo principal de esta colonia de hombres que una vez
instalados investigan las condiciones del planeta, es la tala de árboles del bosque.
Sin embargo, Athshe no es un planeta deshabitado, la vida generada a partir de
lo árboles sirve de hogar a los athshianos o crichis como los llaman los hombres.
La novela está narrada en tercera persona y tiene ocho capítulos. Lo primero
que cuenta el narrador, es un capitán llamado Davison y su vida en un campamento.
Esa primera mirada nos muestra la posición que tienen los hombres en aquel planeta,
la soberbia y la sensación de sentirse dueños de todo es evidente. Así pues, no
se hace extraño la construcción de casas y la creación de aldeas o campamentos a
través del uso de “Mano de obra voluntaria” con los habitantes de Atshe. La autora
nos ubica en esa realidad que no parece tan extraña para el lector. No se puede
esperar nada menos del hombre.
Sin embargo, aparece un crichi o un athshiano: Selver, el soñador. El nos
conecta con lo esencial y en seguida, comprendemos la otra visión. La de los
sometidos. La de quienes se les arranca todo de una sola mano, como si nada mas
importara. Selver se convertirá en el protagonista, en aquel viajero que comprende
las reglas del tiempo-sueño y el tiempo-mundo. Le arrebataron a su mujer pero
le dieron los conocimientos para entender la forma en el que actuaban los
hombres. Encontró a un amigo.
Davison y Selver liderarán una batalla. Cada uno con el poder que se les ha
concedido. No se trata del bien o del mal. Se trata de lo esencial, de lo que
nos mueve. Para los humanos es el poder, para los crichis la capacidad de soñar.
Para los athshianos los sueños hacen parte de la vida, son reales.
El nombre del mundo es bosque no es solo ciencia ficción, muestra lo que somos,
lo que no se ve, pero es evidente. Va más allá del ser humano, pero se concentra
en la humanidad, en el sentido más profundo de lo que ello significa. Es una
ventana para vernos como seres que pertenecemos a un mundo y las reglas que nos
rigen.
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