Desde arriba se divisa el mundo, la vida y la soledad. La
desesperación de la gente, la melancolía de aquellos perdidos, se divisa hasta
la falta de propósito. Desde arriba todo
cambia de tamaño y ese mundo se convierte en una caja de fósforos. El viento toca la piel y la
acaricia como el amante que sabe que nunca volverá a tener en sus brazos a su amor. El viento acaricia cada parte del
cuerpo, toca la conciencia, toca los suspiros. Acaricia esa mirada perdida.
El
viento sabe lo que viene, el viento tiene miedo de perder a su amor. Tiene
miedo de quedar de nuevo solo. La calle sigue siendo pequeña va y vuelve, a
veces el vértigo aparece, pero el viento acaricia de nuevo y brinda calma.
Acá arriba todo se mueve, acá todo cambia. Desde abajo
las cosas no se ven así. El suelo tiene otras intenciones, ahora el viento me
convence. Ahora tengo un amor, soy
importante para el viento. Soy importante. Los motivos por los que antes
pensaba en hacerlo, se fueron. Ya no hay soledad, no hay tristeza ni melancolía
Desde acá arriba todo es distinto. Todo cambia y hasta yo mismo cambio. Soy mas
sensible incluso mas sencillo, tal vez podría decir que valoro las pequeñas
cosas de la vida. Incluso ahora, he cambiado de decisión, ya no he de arrojarme
desde este 7 piso, ya no he de acabar con mi vida.
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