No suelo leer historias de amor. Ya saben que ese tema es algo
esquivo para mí y leer una obra en la que este sentimiento sea el protagonista
desde la primera hasta la última palabra no es lo que quisiera de un libro. Las
historias de amor confunden e incluso nos llevan a pensar en las posibilidades,
en la esperanza de un futuro. Pero justo hoy, necesito vivir el ahora, pues descubrí
que la realidad de una soledad que me acompaña desde siempre, no se va a ir por
más que insista. Supongo que puedo vivir con eso. Así que, como todo lo contradictoria
que soy, leí esta historia de amor.
Al principio creí, que encontraría drama. Tengo esta falsa
creencia de que el amor trae consigo sufrimiento y las relaciones de pareja aún
más. Lo sé, debo trabajar en ello. Mi terapeuta tiene un gran trabajo conmigo. A
pesar de esto, no fue así. El cielo es azul, la tierra blanca es
una dulce melodía de lo que significa la paciencia, el silencio, la convicción
y la soledad. Tsukiko Omachi es la protagonista y narradora de esta apacible
novela. Ella, una joven soltera que lleva una vida tranquila se encuentra con el
profesor Harutsuna Matsumoto al que le dice “maestro” un día que va a un bar. Él
fue su profesor de Japonés en el Instituto y no lo había visto nunca más hasta
ahora. A partir de ese encuentro, establecen una amistad en la que se ven por
coincidencia y se limitan a acompañarse en las noches bebiendo sake y cerveza.
Hay muchos días de lluvia, días de otoño y días de viaje
en esta novela. Caminatas por el mercado, por islas, montañas y visitas a restaurantes
en los que siempre bebían sake y cerveza. Tsukiko nos va narrando la forma en cómo
toma esos encuentros y nunca pierde el foco. No hace una declaración de amor temprana.
Cuestiona su personalidad, no porque dude de ella, es porque de alguna manera va
en sentido contrario a lo que espera la sociedad de una mujer como ella. Es valiente
para decidir que no depende de otros, que prefiere su soledad. Se incomoda con
los estándares que debería tener una “señorita” y los desafía. Pero su relación
con el maestro se cala tanto en ella y lo acepta. Reconoce su realidad cuando
dice: “¿Estoy soñando, maestro? Yo no quiero despertarme” y él, con toda
la tranquilidad de un hombre mayor le dice, “pero si es un sueño, tarde o
temprano te despertarás”. Un duro golpe de llevarte a la realidad.
Hace unas semanas un amigo me recriminó por leer novelas de
este tipo. Los libros te buscan y en una especie de destino están en el momento
en el que los necesites, le dije. Esta novela es tan profunda que no dudo en que,
a ustedes, mis lectores, les encantará encontrarse con esta historia de amor.
Merecemos amor, así sea en los libros.
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