domingo, 26 de mayo de 2024

Héroes de Mardon Arismendi Angulo y cómo los cuentos nos revuelcan

Después de las lecturas que hice de escritoras latinoamericanas y el paseo fugaz que tuve con dos novelas japonesas, volví a Latinoamérica. Han pasado varios años desde que el gran fenómeno de la migración de ciudadanos venezolanos nos ha llevado a los que vivimos en países vecinos a conocer y reconocer la riqueza de ese país que prometió una libertad.

Justo en esa libertad prometida encontré a Héroes. Un libro de cuentos que ganó en 2011 el premio XVIII Bienal José Antonio Ramos Sucre mención cuento y que fue escrito por Mardon Arismendi Angulo, nacido en El Tesoro Barinas-Venezuela.

Suelo leer los libros de cuentos o antologías durante mucho tiempo para darle a cada historia una oportunidad de ser independiente, de ser ellos mismos. Sin embargo, con Héroes mi experiencia de lectura fue distinta. En los ocho cuentos, existen múltiples universos, momentos, escenas y vidas tan nuestras que es imposible no reconocerse allí. La muerte y el amor son temas que cruzan cada una de las historias.

Curiosamente no hay un cuento que lleve el título del libro, tendría que preguntarle al autor ¿Quiénes son los Héroes? Por su puesto, tengo mi propia hipótesis. Los personajes tienen una riqueza absoluta desde su creación hasta sus acciones. Algunos de ellos son espeluznantes, enfermos mentales, enamorados, violentos, pasivos, victimas, sometidos, resilientes y solitarios. Todos tragados por la injusticia de países como en el que vivimos, resonados por la violencia de crecer y hacerse en mundos crueles y difíciles y, aun así, personajes que mantienen una esperanza, manejados por fuerzas que van más allá del entendimiento y que los lleva a convertirse en Héroes.

Encuentro una búsqueda de formas y de composición narrativa que lleva al lector a querer más cuando se termina cada uno de los cuentos. Una búsqueda que además está muy bien lograda, mostrando cómo evoluciona un escritor con el tiempo, sintiendo que los cuentos fueron escritos en el mismo orden en el que están dispuestos en el libro, el cual se lee como una unidad y en el que existe una conexión entre cada relato que nos hace pensar como lectores en la forma de poder vincular a sus personajes y lugares como el Tesoro, donde se forman los personajes y los convierten en lo que son. 

Leer se ha convertido en un ejercicio de placer y de formación como escritora y aunque lo que aquí les comparto siempre ha generado en mi una inmensa felicidad, saben que uno de los criterios para decirles que lean cada libro, es que cuando yo lo hago, la necesidad apremiante de escribir me revuelca y esta ilusión de algún día llegar a escribir cosas tan maravillosas como las que encontré en este libro, me llevan a decirle gracias. Gracias por escribir esto. Ojalá Héroes pueda volver a editarse y estar disponible a la venta en Colombia y en otros lugares del mundo. La gente necesita leer esto. 





domingo, 5 de mayo de 2024

El cielo es azul, la tierra blanca. Una historia de amor de Hiromi Kawakami

 

No suelo leer historias de amor. Ya saben que ese tema es algo esquivo para mí y leer una obra en la que este sentimiento sea el protagonista desde la primera hasta la última palabra no es lo que quisiera de un libro. Las historias de amor confunden e incluso nos llevan a pensar en las posibilidades, en la esperanza de un futuro. Pero justo hoy, necesito vivir el ahora, pues descubrí que la realidad de una soledad que me acompaña desde siempre, no se va a ir por más que insista. Supongo que puedo vivir con eso. Así que, como todo lo contradictoria que soy, leí esta historia de amor.

Al principio creí, que encontraría drama. Tengo esta falsa creencia de que el amor trae consigo sufrimiento y las relaciones de pareja aún más. Lo sé, debo trabajar en ello. Mi terapeuta tiene un gran trabajo conmigo. A pesar de esto, no fue así. El cielo es azul, la tierra blanca es una dulce melodía de lo que significa la paciencia, el silencio, la convicción y la soledad. Tsukiko Omachi es la protagonista y narradora de esta apacible novela. Ella, una joven soltera que lleva una vida tranquila se encuentra con el profesor Harutsuna Matsumoto al que le dice “maestro” un día que va a un bar. Él fue su profesor de Japonés en el Instituto y no lo había visto nunca más hasta ahora. A partir de ese encuentro, establecen una amistad en la que se ven por coincidencia y se limitan a acompañarse en las noches bebiendo sake y cerveza.

Hay muchos días de lluvia, días de otoño y días de viaje en esta novela. Caminatas por el mercado, por islas, montañas y visitas a restaurantes en los que siempre bebían sake y cerveza. Tsukiko nos va narrando la forma en cómo toma esos encuentros y nunca pierde el foco. No hace una declaración de amor temprana. Cuestiona su personalidad, no porque dude de ella, es porque de alguna manera va en sentido contrario a lo que espera la sociedad de una mujer como ella. Es valiente para decidir que no depende de otros, que prefiere su soledad. Se incomoda con los estándares que debería tener una “señorita” y los desafía. Pero su relación con el maestro se cala tanto en ella y lo acepta. Reconoce su realidad cuando dice: “¿Estoy soñando, maestro? Yo no quiero despertarme” y él, con toda la tranquilidad de un hombre mayor le dice, “pero si es un sueño, tarde o temprano te despertarás”. Un duro golpe de llevarte a la realidad.

Hace unas semanas un amigo me recriminó por leer novelas de este tipo. Los libros te buscan y en una especie de destino están en el momento en el que los necesites, le dije. Esta novela es tan profunda que no dudo en que, a ustedes, mis lectores, les encantará encontrarse con esta historia de amor. Merecemos amor, así sea en los libros.



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