martes, 19 de julio de 2022

No estás roto. Corazón.

Yo no tengo el Corazón roto, nadie lo ha tomado en su mano y lo ha deshecho, soy yo la que ha permitido que se abra de par en par para dar lo que tiene por dentro y cuando no recibe, se cierra. Este Corazón es duro como un roble, pero tan suave por dentro como un champiñón, igual de solo también. Nadie ha entrado totalmente a sentir la textura esponjosa y tierna que tiene. La puerta a veces se entreabre para permitirse un poco de aire y una especie de viento fresco y cálido apenas se asoma. Pero no tarda mucho en enfriarse y se vuelve frío y congela lo que hay adentro, entonces vuelve y se cierra. 

Esa puerta, a veces no quiere abrirse, se rehúsa a tener otra desilusión. A veces, el sol llega e ilumina con gran fuerza el Corazón que ahora ya es más grande y fuerte. Más viejo también. Ya no se arruga y no llora por falsas ilusiones. Sabe con certeza que este es su destino. 

Con el tiempo, Corazón se vuelve rígido y la puerta no se abre más y champiñón se seca por dentro, ya no es terso, se deshidrata de tanto silencio y soledad y líneas profundas se esparcen por todo su cuerpo. 

Ya no hay puertas que se abren, ni viento, ni sol que entre. No hay ahora, ni más tarde, suaves dedos que acarician lo que llevas por dentro. 

No estás roto. Corazón. 


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