Algunas veces cuando Ana se levanta trataba de
contener la respiración y pensar en que ya no está allí, pensando en que tal
vez se encuentra en otro lugar, con otras personas, en otra vida. Creyendo
ciegamente que el deseo pudiera ser suficiente para cambiarlo todo. Cambiar esa
vida de mierda que ella piensa tener, lograr lo que nunca pudo. Sacar de su
mente y de su corazón la fuerza para dejarlo todo y hacer lo que quiere. Pero
cuando la última "gota" de oxigeno se le acaba en sus pulmones y
siente que muere y su cabeza trata de explotar, ella se pone roja, se le brotan
los ojos y piensa en que nuevamente ha de fracasar, porque es tan cobarde
que ni siquiera puede matarse de esa manera. Y respira y ese bocado de aire le
sabe a agrio, a frio a dolor. Pero sigue respirando y jadeando, esperando que
su cerebro se recupere un poco y trate de sabotear otra vez su vida de
cualquier manera, por las infinitas formas en que su ser la llevara a humillarse, a tolerar lo que otros piensan y quieren hacer
con ella. Perdiéndose en todas esas artimañas que su mente frágil pueda crear,
solo para boicotear su propia existencia.
Y
luego Ana se levanta y sigue como si no pasara nada.
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