lunes, 11 de agosto de 2025

“Solaris” de Stanislaw Lem, un viaje a la profundidad


Impedimenta publicó en 2011 la novela traducida directamente del polaco, “Solaris”. Una obra maestra de la literatura moderna, escrita por el autor de culto Stanislaw Lem, y reconocida como un clásico indiscutible.

Solaris, el personaje principal, es un planeta y a la vez es un gran un océano con dos soles, sin tierra firme. Ha sido descubierto y estudiado por los hombres a través de varias expediciones. Por décadas los científicos han intentado entender cómo funciona, con el objetivo de que les sea útil, pero sobre todo, para comprender verdaderamente qué es. 

Numerosos teoristas llevan a pensar que aquel océano tiene vida propia y puede tomar sus propias decisiones guiadas por una inteligencia innata. Instalan una estación de observación suspendida sobre aquel océano, y hasta allí son enviados los expedicionarios.

Kris Kelvin llega a la estación para esclarecer algunos problemas de conducta de los tripulantes. 

Al llegar se encuentra con dos de ellos y se entera del suicidio del tercero. ¿Qué llevaría a su colega a tal decisión? ¿Cuál es la reacción de los demás ante el hecho? Kris Kelvin no solo busca entender el comportamiento, algo errático, de sus compañeros. Él mismo experimenta la aparición de seres fantasmales o visitantes. 

A medida que avanza la narración, Kris recibe la visita de Harey, una exnovia que se suicidó hace muchos años, hecho por el que siente culpa. Los otros tripulantes, Snaut y Sartorius tienen sus propios visitantes, pero Kris no los conoce, pues corresponden a los miedos de sus colegas. 

“Solaris” no es solo ciencia ficción. Stanislaw plantea situaciones profundas del comportamiento humano. La limitada visión o el poder que tenemos sobre las cosas y los fenómenos. Todo lo que sucede allí en ese planeta esta fuera de las convenciones morales: los tripulantes intentan comportarse como humanos ante situaciones inhumanas. 

Ante la necesidad de entender la naturaleza del aquel océano, se plantea la obstinación que tiene el hombre por conocer, entender y explicar todo; ese afán por dominar y apoderarse de la realidad, haciendo que la “verdad” se vuelva vacía. Aquella necesidad los lleva a plantear la teoría de un dios imperfecto, entendiendo que los objetivos del hombre siempre vienen de afuera. 

Aquel océano —o célula— “ataca” con los miedos y los recuerdos que guardan los expedicionarios. Se alimenta de la experiencia y de lo que habita en la mente. Kris, a medida que convive con Harey, la vuelve a querer, conociendo que no se trata de ella, es más bien el fantasma que vive en él. De tal manera que se pregunta si se puede ser responsable del propio inconsciente. Comprende que no queremos descubrir pensamientos, memorias y deseos que habitan en lo más profundo del Yo. Evitamos conocer los monstruos, nuestros propios monstruos. 







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